Esto permitió que una vez asentado el panorama, en torno a finales de los años 40, la FIFA pudiese retomar el Campeonato Mundial. Al equipo olímpico se sumaron Mario Evaristo y Manuel Ferreira y, en 1929, Argentina ganó su cuarto Sudamericano como anfitrión del torneo, terminando invicto una vez más, al derrotar a todos sus rivales: Perú (3-0), Paraguay (4-1) y Uruguay (2-0), en el último partido jugado en el estadio El Gasómetro, de Buenos Aires.