Todavía me quedaban casi cinco horas más de vuelo hasta aterrizar por fin en Anchorage, una de las ciudades industriales más importantes de Alaska, aunque no su capital, que es Juneau. Después de tres horas y media de vuelo aterricé en Denver (Colorado), estado situado más o menos en el centro de Estados Unidos. El cansancio acumulado durante estos días con los cambios horarios y las pocas horas de sueño me provocaron un pequeño bajón físico que solventé con un poco de agua y paciencia.